Durante el día 13 de octubre de 1957, la lluvia cayó con inusitada fuerza sobre la cuenca del Turia -en algunos puntos superó los 300 litros por m2-, lo que provocó dos enormes crecidas del río -una durante la madrugada del día 14 y otra a las 14.00 horas— que anegaron la ciudad de Valencia, con una cota máxima de 4,20 metros de altura.
A consecuencia de estas inundaciones, conocidas como la Gran Riuada, se realizó una colosal obra para desviar el cauce del Turia -sufragada con impuestos especiales por los propios valencianos—, que sin duda fue lo que salvó a la ciudad de la terrible riada provocada, el 20 de octubre de 1982, por la rotura de la presa de Tous, que debido a graves defectos de diseño y construcción no pudo contener la enorme cantidad de agua embalsada tras las lluvias torrenciales habidas a causa de una particularmente intensa "gota fría".