Año 1076, Barcelona se cubre de luto. Pedro Ramón, heredero del condado, asesina a su madrastra la condesa Almodis. El viejo conde, Ramón Berenguer I, no puede soportar la pena y fallece a los pocos días. Pero antes ha hecho testamento: el hijo asesino es desheredado; el Papa le impone, además, una severa penitencia que debe cumplir en veinticuatro años. Los hijos de su segundo matrimonio, Ramón Berenguer y Berenguer Ramón, serán los nuevos condes de Barcelona. Los dos son gemelos, pero de muy distinto temperamento. El primer nacido, Ramón, es bondadoso y de naturaleza pacífica; debido a su hermosa cabellera rubia, el pueblo y los nobles, que lo adoran, le llaman «cap d'estopa». En contraste, el «menor» o nacido después, Berenguer, es de carácter avieso y descontentadizo y se dice que posee una naturaleza cruel.
Según lo dispuesto por el fallecido conde, los dos hermanos deberán reinar a la vez y pro indiviso. Esto no satisface al ambicioso Berenguer y propone que cada uno gobierne medio año, habitando durante ese tiempo en el palacio condal. La curia y Ramón aceptan el arreglo como mal menor. Pero ni siquiera así se tranquiliza Berenguer, que contratando unos esbirros hace asesinar a su hermano. Es el 6 de diciembre de 1082. El cadáver de «cap d'estopa» lo encuentran, al día siguiente, unos cazadores en un bosque de Gerona.
Unos días antes de su muerte, su esposa, la normanda Ma-halta, había dado a luz un hermoso niño, bautizado más tarde con el mismo nombre del padre, Ramón Berenguer, y que será en su día el tercero de ese nombre.
Según lo dispuesto por el fallecido conde, los dos hermanos deberán reinar a la vez y pro indiviso. Esto no satisface al ambicioso Berenguer y propone que cada uno gobierne medio año, habitando durante ese tiempo en el palacio condal. La curia y Ramón aceptan el arreglo como mal menor. Pero ni siquiera así se tranquiliza Berenguer, que contratando unos esbirros hace asesinar a su hermano. Es el 6 de diciembre de 1082. El cadáver de «cap d'estopa» lo encuentran, al día siguiente, unos cazadores en un bosque de Gerona.
Unos días antes de su muerte, su esposa, la normanda Ma-halta, había dado a luz un hermoso niño, bautizado más tarde con el mismo nombre del padre, Ramón Berenguer, y que será en su día el tercero de ese nombre.