La voluble reina de Nápoles, Juana II, había adoptado al rey de Aragón, Alfonso V, como su heredero. Estando Alfonso en Nápoles para ayudarla y a la vez asegurarse la herencia, Juana cambió de opinión y, poniéndose del lado de sus enemigos, los lanzó contra el aragonés. Cuando se preparaba el ataque, la reina dijo a los sorprendidos soldados que no sabían bien contra quién peleaban: «Herid a los bien vestidos y bien montados.» Era cosa sabida entonces que los napolitanos no tenían apenas ropa que ponerse encima, estaban por lo general peor equipados que los aragoneses y muy pocos poseían caballos.
La consigna resultó en aquella ocasión. Los aragoneses fueron derrotados. Doscientos soldados murieron y quedaron prisioneros los principales señores aragoneses y catalanes que iban con el rey.
Pasado un tiempo, Alfonso V se apoderó de Napóles y lo incorporó a la corona de Aragón. Fue entonces cuando, por su carácter generoso y alegre, recibió el nombre de «el Magnánimo».
Se cuenta que durante la conquista de aquel reino italiano, habiendo sitiado a Gaeta, los defensores de la ciudad hicieron un día salir por sus puertas a millares de mujeres, ancianos y niños para quitárselos de encima y poder defender mejor la plaza. Cuando se iban acercando al campo aragonés, algunos caballeros aconsejaron al rey que los enviara de vuelta a la ciudad. La respuesta del Magnánimo fue típica: «Prefiero—les dijo— no conquistar Gaeta antes que faltar a las leyes de la humanidad con esta pobre gente.» Acto seguido, ordenó los recibieran y les dieran alimentos, ya que habían sido abandonados por sus propios compatriotas.
La consigna resultó en aquella ocasión. Los aragoneses fueron derrotados. Doscientos soldados murieron y quedaron prisioneros los principales señores aragoneses y catalanes que iban con el rey.
Pasado un tiempo, Alfonso V se apoderó de Napóles y lo incorporó a la corona de Aragón. Fue entonces cuando, por su carácter generoso y alegre, recibió el nombre de «el Magnánimo».
Se cuenta que durante la conquista de aquel reino italiano, habiendo sitiado a Gaeta, los defensores de la ciudad hicieron un día salir por sus puertas a millares de mujeres, ancianos y niños para quitárselos de encima y poder defender mejor la plaza. Cuando se iban acercando al campo aragonés, algunos caballeros aconsejaron al rey que los enviara de vuelta a la ciudad. La respuesta del Magnánimo fue típica: «Prefiero—les dijo— no conquistar Gaeta antes que faltar a las leyes de la humanidad con esta pobre gente.» Acto seguido, ordenó los recibieran y les dieran alimentos, ya que habían sido abandonados por sus propios compatriotas.
(Leyendas y anécdotas de la Historia de España – Fco. Xavier Tapia)