Las zonas elevadas de los valles aragoneses de Ansó, Hecho, Aragües y Aísa forman la Reserva de Caza de los Valles, la más occidental de las existentes en el Pirineo y también una de las más accesibles para excursionistas y senderistas, pues sin tener que enfrentarse a los duros desniveles de los valles del Pirineo Central los senderos llegan a balcones naturales que permiten disfrutar de magníficos paisajes de montaña. La mayoría de los mapas dejan sin indicar la carretera que, a partir de Siresa, se interna en el corazón de los bosques pirenaicos del valle de Hecho, buscando el nacimiento del río Aragón Subordán a través de una angosta ' foz, conocida como la Boca del Infierno, donde los carámbanos de hielo y las placas en el asfalto han dado muchos sustos a los viajeros que se internan en sus fauces camino de uno de los/abares (hayedos) más impresionantes y desconocidos del Viejo Aragón: la Selva de Oza. Qué placentero es llegar a parajes totalmente atrapados por las montañas y alimentados por torrentes de aguas claras. Lugares de bosques espesos, oscuros y cerrados con muchos senderos naturales por donde caminar. Relieves creados por los hielos glaciares que, observados adecuadamente, relatan una página de la vida morfológica de estas montañas. Desgraciadamente los glaciares pirenaicos, que tanto han contribuido y contribuirían en el equilibrio ecológico del medio ambiente, se encuentran en peligro de extinción y, aunque están protegidos, poco se puede hacer para evitar su trágica desaparición. En medio siglo estos seres vivos han encogido desesperadamente, principalmente por efecto del cambio climático, y apenas participan en la formación y desarrollo de los valles de alta montaña y de las especies animales y vegetales que en ellos habitan. Estos diamantes helados de las montañas están perdiendo rápidamente su brillo y su fuerza, y dentro de poco serán seres primitivos que únicamente vivirán en el recuerdo y en las fotografías de los libros. La Selva de Oza es un bosque frondoso y apretado en las laderas de unas montañas cerradas que se han salvado de la codiciosa hacha del leñador precisamente por su complicado acceso, y por esto parece incluso más inhóspito c inaccesible de lo que realmente es. En las zonas cercanas a las cumbres y las cuerdas cimeras, el paisaje vegetal está definido por el pino negro, creando una estampa temática uniforme y bastante simple comparada con el panorama que ofrece el bosque más abajo, en las alturas medias, donde la vegetación es más divertida y fascinante.
Es el territorio del haya y de sus cepas enormes y retorcidas, de sus raíces a flor del suelo forradas de musgo transparente y de sus caminos sin hitos ni destino que siempre llegan a sitios atractivos y sugerentes, porque en cada rincón de un hayedo, como en cada rincón de un bosque de cualquier parte del mundo, se esconde toda la energía, la fuerza y el misterio de los elementos de la naturaleza. Como dijo alguien hace varios siglos: "observando la vida de un árbol se pueden conocer todos los secretos del universo sin salir del bosque".
Es el territorio del haya y de sus cepas enormes y retorcidas, de sus raíces a flor del suelo forradas de musgo transparente y de sus caminos sin hitos ni destino que siempre llegan a sitios atractivos y sugerentes, porque en cada rincón de un hayedo, como en cada rincón de un bosque de cualquier parte del mundo, se esconde toda la energía, la fuerza y el misterio de los elementos de la naturaleza. Como dijo alguien hace varios siglos: "observando la vida de un árbol se pueden conocer todos los secretos del universo sin salir del bosque".
(Juan José Alonso)