"Hasta finales del siglo XI los reyes cristianos de la Península Ibérica usaron indistintamente en sus escudos y estandartes el signo de la cruz, aunque esta no fuese siempre uniforme: variaban sus formas y colores, si bien hubo predilección por la cruz latina o griega, y por los colores rojo, blanco y amarillo", explica la Junta de Castilla y León en su página web.
"A partir del siglo XII", continúa, "los monarcas comienzan a sustituir la cruz tradicional por un león (Alfonso VII) o un castillo de tres torres (utilizado por Alfonso VIII en sus sellos y monedas). Al unirse ambos reinos de forma permanente en el año 1230, bajo Fernando III el Santo, también se diseñó la bandera definitiva. Será un símbolo de la propia unión de los reinos en una sola nación".
(El País)