Algo más integrado con su trabajo, asiduo de la tertulia de los neoclásicos presidida por Leandro Fernández de Moratín y en la que concurrían los más grandes y afrancesados ingenios de su generación, obtuvo el encargo de diseñar cartones para la Real Fábrica de Tapices de Madrid, género donde pudo desenvolverse con relativa libertad, hasta el punto de que las 63 composiciones de este tipo realizadas entre 1775 y 1792 constituyen lo más sugestivo de su producción de aquellos años. Tal vez el primero que llevó a cabo sea el conocido como Merienda a orillas del Manzanares, con un tema original y popular que anuncia una serie de cuadros vivos, graciosos y realistas: La riña en
la Venta Nueva, El columpio, El quitasol y, sobre todo, allá por 1786 o 1787, El albañil herido.
(Biografías y vidas)
la Venta Nueva, El columpio, El quitasol y, sobre todo, allá por 1786 o 1787, El albañil herido.
(Biografías y vidas)