Cuando llegaron a Murcia, el conde Teodomiro, que era el que gobernaba la ciudad, salió a pelear contra ellos con su ejército, pero fue derrotado y perdió a todos sus soldados en la batalla. Regresó,
triste y solo, a Murcia, y entonces tuvo una idea: mandó que todas las mujeres de la ciudad se cortaran el pelo y se asomaran a las murallas con cañas en las manos.
Al acercarse los árabes a la ciudad, creyeron que las mujeres eran soldados y que las cañas eran lanzas. Salió entonces Teodomiro de Murcia con una bandera blanca en la mano y propuso la paz a sus enemigos. Estos, temiendo no ser suficientes para poder vencer a tantos guerreros, aceptaron la propuesta del Conde y se retiraron de la ciudad, dejando allí a algunos de los suyos.
Cuando se dieron cuenta del engaño, ya era tarde. Los habitantes de Murcia hicieron una gran fiesta para celebrar la paz y el ingenio de Teodomiro.