Estos hechos sucedidos en 1.883 quedaron grabados en la conciencia de varias generaciones de Vellosillo.
Una mañana de verano unos cazadores de Sepúlveda vinieron a cazar a Vellosillo. El día no fue fructífero y volvían con los morrales vacíos. Cuando pasaban por el pueblo robaron una gallina a la puerta de una casa. La dueña de la gallina les increpó para que se la devolvieran. Insensibles a los ruegos de la mujer tomaron el camino a Sepúlveda.
La hija de esta mujer, Lorenza Herrero, fue tras ellos para intentar por todos los medios que se la devolvieran. Tras los dos cazadores pasó la loma de Valderices. Entonces, cuando ya no se divisaba el pueblo, los cazadores decidieron zanjar la discusión disparándola con su escopeta un tiro a bocajarro, matándola en el acto. No vieron que en los Quemados se encontraban varios vecinos de Vellosillo segando que fueron testigos directos del crimen.
Salieron corriendo tras los cazadores, gritando y clamando justicia. Con sus hoces en la mano provocaron el miedo de los asesinos que emprendieron una veloz huida hacia Sepúlveda. No pudieron alcanzarles y consiguieron escapar. El pueblo entero se reunió para exigir justicia ante el cobarde crimen. Fue denunciado ante las autoridades de Sepúlveda, pero el crimen nunca fue investigado, quedando los asesinos, supuestamente miembros de una de las familias adineradas de Sepúlveda, libres de toda causa, ante la indignación de todo el pueblo. Nunca se descubrió a los culpables. Lorenza dejaba marido y una hija pequeña.
La justicia nunca fue igualitaria en estos lares, dependiendo el resultado de la clase social a la que perteneciera cada persona. Esta leyenda negra lo demuestra.
Una cruz fue colocada en el lugar del crimen por la familia, para que la ignominia no quedara en el olvido. En la lápida puede leerse:
Una mañana de verano unos cazadores de Sepúlveda vinieron a cazar a Vellosillo. El día no fue fructífero y volvían con los morrales vacíos. Cuando pasaban por el pueblo robaron una gallina a la puerta de una casa. La dueña de la gallina les increpó para que se la devolvieran. Insensibles a los ruegos de la mujer tomaron el camino a Sepúlveda.
La hija de esta mujer, Lorenza Herrero, fue tras ellos para intentar por todos los medios que se la devolvieran. Tras los dos cazadores pasó la loma de Valderices. Entonces, cuando ya no se divisaba el pueblo, los cazadores decidieron zanjar la discusión disparándola con su escopeta un tiro a bocajarro, matándola en el acto. No vieron que en los Quemados se encontraban varios vecinos de Vellosillo segando que fueron testigos directos del crimen.
Salieron corriendo tras los cazadores, gritando y clamando justicia. Con sus hoces en la mano provocaron el miedo de los asesinos que emprendieron una veloz huida hacia Sepúlveda. No pudieron alcanzarles y consiguieron escapar. El pueblo entero se reunió para exigir justicia ante el cobarde crimen. Fue denunciado ante las autoridades de Sepúlveda, pero el crimen nunca fue investigado, quedando los asesinos, supuestamente miembros de una de las familias adineradas de Sepúlveda, libres de toda causa, ante la indignación de todo el pueblo. Nunca se descubrió a los culpables. Lorenza dejaba marido y una hija pequeña.
La justicia nunca fue igualitaria en estos lares, dependiendo el resultado de la clase social a la que perteneciera cada persona. Esta leyenda negra lo demuestra.
Una cruz fue colocada en el lugar del crimen por la familia, para que la ignominia no quedara en el olvido. En la lápida puede leerse:
"Aquí murió, de mano airada, Lorenza Herrero, día 26 de julio de 1.883"
(Publicado por Jorge Juan Garcia)