Mientras la travesía de los restos del Apóstol Santiago tocaba a su fin y sus discípulos desembarcaban en Galicia, se celebraba en Bouzas la boda de dos jóvenes. Uno de los juegos de la celebración consistía en que unos hombres a caballo arrojaban sus lanzas al aire y galopando intentaban recogerlas antes de que éstas cayesen al suelo. La mala fortuna del recién casado hizo que su montura desobedeciese, adentrándose en el mar, tras la barca del Apóstol. Pero el novio y su caballo salieron del agua a la superficie recubiertos de conchas de vieira.
Por ello, desde entonces, todo peregrino camino de Santiago, lleva en su sombrero una concha de vieira.
(ABC Galicia)
Por ello, desde entonces, todo peregrino camino de Santiago, lleva en su sombrero una concha de vieira.
(ABC Galicia)