Omar ben Hafsun era un noble muladí (descendientes de cristianos convertidos al Islam) que dirigió una guerra de guerrillas contra el emirato de Córdoba.
Nieto de cristiano aunque musulmán de nacimiento encabezó una rebelión a finales del siglo IX hasta su muerte en 917, que mantuvo en jaque a los distintos emires de Córdoba. El conflicto fue expresión del malestar social, donde los judíos son perseguidos, el fundamentalismo de Eulogio de Córdoba incitando al martirio de los mozárabes (cristianos en tierras musulmanas) y el desprecio de los árabes hacia los muladíes (a los que tratan como musulmanes de segunda), dan lugar a que los muladíes y algunos mozárabes se unan a Ben Hafsun en su lucha contra los omeyas.
Ben Hafsun creó un estado en Bobastro (inicialmente se identificó con el pueblo de Barbastro en Huesca, pero hoy se acepta que debió de estar en Málaga) desde donde llegó a amenazar Córdoba. Llegó a controlar una extensión de terreno entre Algeciras y Murcia, incluyendo ciudades como Ecija, Archidona, Baeza y íšbeda. El emir al-Mundir logra recuperar varias plazas y lo aisla en el castillo inexpugnable de Bobastro, donde tras el asedio y alguna que otra traición fallece en la batalla. Le sucede su hermano Abdallah quien debe levantar el asedio por otros problemas en al-Andalus. Ben Hafsun, libre otra vez, recupera algunas de las plazas perdidas y casi pone cerco a Córdoba.
El emir Abdallah se da cuenta del grave problema y decide echar toda la carne en el asador. Crea una alianza con la familia muladí de los Banu Qasi (hijos de Casio), que controlan la marca Superior, y lo vuelven a aislar en Bobastro. En 899 comete un grave error, se convierte al cristianismo adoptando el nombre de Samuel. Con esto, Ben Hafsun trata de ganarse la amistad y apoyo de Alfonso III y de los mozárabes, pero el resultado final es que muchos de los muladíes que lo han apoyado lo abandonan.
Fallece en 917 luchando en Bobastro. Sus hijos continúan la lucha hasta el 928, cuando Ab al-Rhaman III toma el castillo.
(Fuente: Diccionario de Historia de España – Carlos Ferrera. Califas, guerreros, esclavas y eunucos – Juan Eslava Galán)
Nieto de cristiano aunque musulmán de nacimiento encabezó una rebelión a finales del siglo IX hasta su muerte en 917, que mantuvo en jaque a los distintos emires de Córdoba. El conflicto fue expresión del malestar social, donde los judíos son perseguidos, el fundamentalismo de Eulogio de Córdoba incitando al martirio de los mozárabes (cristianos en tierras musulmanas) y el desprecio de los árabes hacia los muladíes (a los que tratan como musulmanes de segunda), dan lugar a que los muladíes y algunos mozárabes se unan a Ben Hafsun en su lucha contra los omeyas.
Ben Hafsun creó un estado en Bobastro (inicialmente se identificó con el pueblo de Barbastro en Huesca, pero hoy se acepta que debió de estar en Málaga) desde donde llegó a amenazar Córdoba. Llegó a controlar una extensión de terreno entre Algeciras y Murcia, incluyendo ciudades como Ecija, Archidona, Baeza y íšbeda. El emir al-Mundir logra recuperar varias plazas y lo aisla en el castillo inexpugnable de Bobastro, donde tras el asedio y alguna que otra traición fallece en la batalla. Le sucede su hermano Abdallah quien debe levantar el asedio por otros problemas en al-Andalus. Ben Hafsun, libre otra vez, recupera algunas de las plazas perdidas y casi pone cerco a Córdoba.
El emir Abdallah se da cuenta del grave problema y decide echar toda la carne en el asador. Crea una alianza con la familia muladí de los Banu Qasi (hijos de Casio), que controlan la marca Superior, y lo vuelven a aislar en Bobastro. En 899 comete un grave error, se convierte al cristianismo adoptando el nombre de Samuel. Con esto, Ben Hafsun trata de ganarse la amistad y apoyo de Alfonso III y de los mozárabes, pero el resultado final es que muchos de los muladíes que lo han apoyado lo abandonan.
Fallece en 917 luchando en Bobastro. Sus hijos continúan la lucha hasta el 928, cuando Ab al-Rhaman III toma el castillo.
(Fuente: Diccionario de Historia de España – Carlos Ferrera. Califas, guerreros, esclavas y eunucos – Juan Eslava Galán)