Este pueblo (que hasta 1977 eran dos, Rupit y Pruit) es una explosión de contrastes: los de la pizarra con la que están hechas sus casas con los de las flores que adornan sus balcones. Otro prodigio de la ingeniería medieval ya que está asentado en un cerro, rodeado de bosque, y junto al Salt de Sallent, un salto de agua de 90 metros de altura. Casi nada.