La Delicada de Gandía es una leyenda conocida en el ámbito valenciano y originaria de la ciudad de Gandía.
Cuenta la leyenda que una joven gandiense falleció al haberle caído el pétalo de una flor de jazmín. Al extenderse la noticia por la ciudad ducal, en cuyo relato se omitía intencionadamente el hecho de que el pétalo de la flor que le había caído pertenecía a uno de los ornamentos del rosetón de la Colegiata de Gandía, se empezó a gestar la leyenda.
La reacción popular al oír esta historia parecía ser unánime, expresando espontáneamente en valenciano coloquial: Que delicà (Qué delicada), que es como se sigue oyendo.
Actualmente la frase se utiliza con una intención ácida y crítica a una mujer o incluso a un hombre demasiado remilgado o tiquismiquis hacia algo.
La alusión a este hecho por medio de frases o dichos se puede oír por toda Valencia e incluso se ha dejado plasmar en poemas y piezas teatrales tanto en valenciano como en castellano.
Cuenta la leyenda que una joven gandiense falleció al haberle caído el pétalo de una flor de jazmín. Al extenderse la noticia por la ciudad ducal, en cuyo relato se omitía intencionadamente el hecho de que el pétalo de la flor que le había caído pertenecía a uno de los ornamentos del rosetón de la Colegiata de Gandía, se empezó a gestar la leyenda.
La reacción popular al oír esta historia parecía ser unánime, expresando espontáneamente en valenciano coloquial: Que delicà (Qué delicada), que es como se sigue oyendo.
Actualmente la frase se utiliza con una intención ácida y crítica a una mujer o incluso a un hombre demasiado remilgado o tiquismiquis hacia algo.
La alusión a este hecho por medio de frases o dichos se puede oír por toda Valencia e incluso se ha dejado plasmar en poemas y piezas teatrales tanto en valenciano como en castellano.