En la Málaga de la primera mitad de 1800, la Guardia Civil persigue al bandolero Zamarrilla, este en su huida se esconde bajo el manto de una virgen dolorosa, y según la leyenda, es aquí donde se produce el milagro.
HISTORIA
Al final de la calle Mármoles de Málaga, los vecinos del barrio de la Trinidad levantaron una cruz en un lugar descampado donde crecía una mata llamada zamarrilla, similar a la manzanilla, con el tiempo aquella cruz acabó llamándose la Cruz de Zamarrilla.
Nuestro personaje coge el apodo de ese lugar, su nombre de nacimiento era Cristóbal Ruiz Bermúdez, nacido en1796 en Igualeja, un pueblo de la serranía de Ronda.
Es fama que el “Zamarrilla” capitaneaba una cuadrilla de bandoleros de similar calaña, y que, bien armados de arcabuces, pistoletes y navajas, vivían entregados al asalto de caminos, saqueando diligencias y robando a todos los transeúntes que se les ponían al alcance, en la más absoluta impunidad.
Se hizo popular por sus gustos caros y sus repartos del botín de los asaltos entre los pobres. Crecía la admiración entre la gente de los campos y también el radio de acción de su partida de bandidos que se extendía y acercaba cada vez más a Málaga.
Sea como fuere, el “Zamarrilla”, además de asesinar a unos, robar a otros y atemorizar a muchos, llegó a convertirse en una pesadilla de alguaciles, ministriles y corchetes, a quienes provocaba continuamente con sus temerarias fechorías, de ahí que todas las fuerzas oficiales de la época lo persiguieran con afán y apareciese continuamente reclamada su cabeza en pasquines a cambio de una considerable suma de doblones.
El recién creado cuerpo de la Guardia Civil, comienza a acosar a todos los bandidos de la zona y el Zamarrilla no podía ser menos, parte de su partida cae abatida por el fuego, otra se acoge a las medidas de gracia concedidas a todo bandido que quisiera regenerarse, por lo que Cristóbal se va quedando solo, esto le obliga a tener que arriesgarse cada vez más.
Asediado por las fuerzas del orden y con hambre por la noche entraba en la ciudad para recibir la ayuda de su novia.
Huyendo se topó con una ermita en el monte. Dentro estaba María Santísima de la Amargura, la imagen que hoy se procesiona en Málaga. Los soldados rodean la Ermita, Zamarrilla se encierra dentro, desesperado y devoto como era, se postra frente a la Virgen, y con lágrimas en los ojos le pide su perdón y su ayuda.
Cuando ve que están a punto de entrar, el bandolero se oculta bajo el manto de la Virgen, muy pegado a ella. Los soldados entran pero no lo encuentran.
A partir de aquel día “El Zamarrilla” se convierte en un ermitaño que acude cada cierto tiempo la ermita a venerar a la virgen que le salvó y ofrecerle una flor roja.
Siendo ya anciano, en una de sus visitas, unos bandoleros le asaltaron, se defendió como pudo logrando que salieran en huida, sin embargo, quedó mal herido, arrastrándose llegó hasta los pie de su virgen y le ofreció aquella flor roja, inmediatamente y ante sus ojos, los pétalos cambiaron a color blanco, lo que significaba que la virgen le había perdonado.
La historia en lo esencial es siempre la misma, algunos detalles cambian, especialmente sobre el color de la flor, que en lugar de roja era blanca y se transforma en roja.
Como la historia de otros muchos bandoleros la del Zamarrilla se crearon romances e historias.
HISTORIA
Al final de la calle Mármoles de Málaga, los vecinos del barrio de la Trinidad levantaron una cruz en un lugar descampado donde crecía una mata llamada zamarrilla, similar a la manzanilla, con el tiempo aquella cruz acabó llamándose la Cruz de Zamarrilla.
Nuestro personaje coge el apodo de ese lugar, su nombre de nacimiento era Cristóbal Ruiz Bermúdez, nacido en1796 en Igualeja, un pueblo de la serranía de Ronda.
Es fama que el “Zamarrilla” capitaneaba una cuadrilla de bandoleros de similar calaña, y que, bien armados de arcabuces, pistoletes y navajas, vivían entregados al asalto de caminos, saqueando diligencias y robando a todos los transeúntes que se les ponían al alcance, en la más absoluta impunidad.
Se hizo popular por sus gustos caros y sus repartos del botín de los asaltos entre los pobres. Crecía la admiración entre la gente de los campos y también el radio de acción de su partida de bandidos que se extendía y acercaba cada vez más a Málaga.
Sea como fuere, el “Zamarrilla”, además de asesinar a unos, robar a otros y atemorizar a muchos, llegó a convertirse en una pesadilla de alguaciles, ministriles y corchetes, a quienes provocaba continuamente con sus temerarias fechorías, de ahí que todas las fuerzas oficiales de la época lo persiguieran con afán y apareciese continuamente reclamada su cabeza en pasquines a cambio de una considerable suma de doblones.
El recién creado cuerpo de la Guardia Civil, comienza a acosar a todos los bandidos de la zona y el Zamarrilla no podía ser menos, parte de su partida cae abatida por el fuego, otra se acoge a las medidas de gracia concedidas a todo bandido que quisiera regenerarse, por lo que Cristóbal se va quedando solo, esto le obliga a tener que arriesgarse cada vez más.
Asediado por las fuerzas del orden y con hambre por la noche entraba en la ciudad para recibir la ayuda de su novia.
Huyendo se topó con una ermita en el monte. Dentro estaba María Santísima de la Amargura, la imagen que hoy se procesiona en Málaga. Los soldados rodean la Ermita, Zamarrilla se encierra dentro, desesperado y devoto como era, se postra frente a la Virgen, y con lágrimas en los ojos le pide su perdón y su ayuda.
Cuando ve que están a punto de entrar, el bandolero se oculta bajo el manto de la Virgen, muy pegado a ella. Los soldados entran pero no lo encuentran.
A partir de aquel día “El Zamarrilla” se convierte en un ermitaño que acude cada cierto tiempo la ermita a venerar a la virgen que le salvó y ofrecerle una flor roja.
Siendo ya anciano, en una de sus visitas, unos bandoleros le asaltaron, se defendió como pudo logrando que salieran en huida, sin embargo, quedó mal herido, arrastrándose llegó hasta los pie de su virgen y le ofreció aquella flor roja, inmediatamente y ante sus ojos, los pétalos cambiaron a color blanco, lo que significaba que la virgen le había perdonado.
La historia en lo esencial es siempre la misma, algunos detalles cambian, especialmente sobre el color de la flor, que en lugar de roja era blanca y se transforma en roja.
Como la historia de otros muchos bandoleros la del Zamarrilla se crearon romances e historias.