El bonito y el tomate bien podrían cantarse 'Somos el uno para el otro', y no sólo porque sus sabores, como dicen los cursis, "mariden" bien. Ambos coinciden en su temporada, el verano, y nunca saben mejor que en ahora. Alguno dirá que es un plato más viejo que Carracuca: ciertamente, no estoy descubriendo un nuevo universo a nadie. Me da igual. Por un lado, es el tipo de producto que me apetece en estos momentos de vuelta a lo básico. Y por otro, viendo los bonitos con tomate tipo tabla que te ponen por ahí, que tienes que sacar la motosierra para cortarlos, quizá sea el momento de refrescar la receta.
Llevar a buen puerto esta delicia no tiene más misterio que el de contar con un pescado fresco y unos tomates maduros de verdad -no corcho teñido de rojo-, además de cocinarlos con el debido respeto. La clave está en ser muy paciente con el tomate, dejándolo que se haga lentamente, y muy sutil con el bonito, limitando su cocción al mínimo para que quede jugoso. En este último punto ayuda que esté cortado en rodajas gruesas.
Por último, puede que sea una manía personal, pero para mí la salsa de tomate perfecta para este plato es la que se tritura en el pasapurés, así que deja la batidora quieta.
(Mikel López Iturriaga)
Llevar a buen puerto esta delicia no tiene más misterio que el de contar con un pescado fresco y unos tomates maduros de verdad -no corcho teñido de rojo-, además de cocinarlos con el debido respeto. La clave está en ser muy paciente con el tomate, dejándolo que se haga lentamente, y muy sutil con el bonito, limitando su cocción al mínimo para que quede jugoso. En este último punto ayuda que esté cortado en rodajas gruesas.
Por último, puede que sea una manía personal, pero para mí la salsa de tomate perfecta para este plato es la que se tritura en el pasapurés, así que deja la batidora quieta.
(Mikel López Iturriaga)