Esta es una ruta con una trágica leyenda de amores. Tuvo lugar allá por el siglo XVIII y la recuerdan las veletas de los pueblos alcarreños de Arbeteta y Escamilla. La primera representa a un granadero con casaca, calzón y tricornio, el Mambrú; y la segunda, a una doncella: la Giralda. El nombre de Mambrú se debe a que el joven luchó a las ordenes de aquel general inglés, conde de Malborough, de las canciones infantiles que se convirtió en Mambrú: «Mambrú se fue a la guerra, mire usted, mire usted que pena...».
Las veletas representan a una pareja de enamorados a los que la familia de ella no dejaba quererse, pues eran ricos y él, simplemente hijo del sacristán. De los pueblos, alejados treinta kilómetros por carretera y quince en línea recta, sólo son visibles los campanarios de sus iglesias donde se subían los jóvenes para hacerse señales. Él marchó a la guerra a buscar fortuna para poder casarse. Embarcó en 1742 e hizo la campaña de Saboya, volviendo con rango de sargento. Pero los padres de ella siguieron diciendo que no, así que se fue de nuevo y no regresó, pues murió en una batalla. La novia al enterarse falleció de pena. Las veletas de ambos pueblos, levantadas por los vecinos, recuerdan la historia.
Curiosamente, en la de Escamilla cayó un rayo hará unos veinte años destruyéndola. Tres años después, el día de la fiesta del Cristo, otro destruyó la de Arbeteta. Hoy ambas están restauradas.
Las veletas representan a una pareja de enamorados a los que la familia de ella no dejaba quererse, pues eran ricos y él, simplemente hijo del sacristán. De los pueblos, alejados treinta kilómetros por carretera y quince en línea recta, sólo son visibles los campanarios de sus iglesias donde se subían los jóvenes para hacerse señales. Él marchó a la guerra a buscar fortuna para poder casarse. Embarcó en 1742 e hizo la campaña de Saboya, volviendo con rango de sargento. Pero los padres de ella siguieron diciendo que no, así que se fue de nuevo y no regresó, pues murió en una batalla. La novia al enterarse falleció de pena. Las veletas de ambos pueblos, levantadas por los vecinos, recuerdan la historia.
Curiosamente, en la de Escamilla cayó un rayo hará unos veinte años destruyéndola. Tres años después, el día de la fiesta del Cristo, otro destruyó la de Arbeteta. Hoy ambas están restauradas.