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Channel: MIL Y UNA HISTORIAS
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La caracolada de Castro Urdiales

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Las fiestas de Castro Urdiales son las fiestas del mar y de la gente del mar, de los marineros y los pescadores. Y como Patrón de las mismas quién mejor que un pescador, Andrés, del que conocemos su oficio por las Escrituras.
Una de las notas más relevantes de estas fiestas es un saber acoger a los foráneos que, amantes de las costumbres castreñas y conocedores de su hospitalidad, no se pierden este conjunto de celebraciones tan variadas. Por ello, estas fiestas además de constituir un motivo de encuentro, son para Castro Urdiales un modo de proyectarse hacia el exterior con la alegría y el buen humor que caracterizan a las gentes de aquel lugar. Están plenamente dedicadas a las gentes de la mar y sus familias, que se encomiendan durante estos días a San Andrés.
Sin duda, una de las tradiciones más esperadas en esta fecha es la gran Caracolada, de la que participan todos los cástreños. Los caracoles son, junto al besugo, el plato fuerte en la parte gastronómica de la celebración.
Concursos, deportes, desfiles, regatas, verbenas, fuegos artificiales, toros de fuego, actuaciones musicales y actos religiosos redondean la festividad con diversión y Espectáculo.

Castañar de El Tiemblo

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Uno de los mas bellos castañares de España, con enormes árboles centenarios. Está en lo más estrecho de la garganta que forma el río Yedra, casi en el límite con la Comunidad de Madrid.
A la entrada del castañar encontramos el área recreativa del Regajo, donde hay que dejar el coche y caminar por un sendero hasta un antiguo refugio. Al lado, en una zona mágica del bosque, hay un impresionante castaño («el abuelo del bosque»), el ejemplar de esta especie más grande de Europa, con un perímetro de más de diez metros. Su tronco hueco sirvió como refugio de pastores.
Otro ejemplar, también centenario, es «El Chozo».
(ABC Viajar)

Pericote de Llanes

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El Pericote, típico de la región de Llanes, se bailaba en grupos de a tres, un hombre y dos mujeres, al son de tambor y pandereta cuyos tañedores cantan algún romance.

 Durante la danza el hombre unas veces galantea a las mujeres y otras las esquiva, o engaña con pasos muy complicados. Ellas también procuran, coquetas unas veces retenerle en su danza y otras engañarle, y así continua el baile.

La Casa del Duende - Toledo

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No muy lejano al Alcázar, frente a la Iglesia de San Miguel, en un barrio antaño dominado por Templarios, existe un caserón que conserva una gran cueva."La casa del Duende" la llaman los toledanos... Tiene en su entrada dos columnas, y si tienes suerte y das con las personas adecuadas, podrás entrar a conocer sus secretos.
Hace años habitó en esta casa una bruja odiada por todos sus vecinos. Eran pocos los que se atrevían a pasear por las proximidades cuando el sol se ocultaba, pues estaban convencidos que en esta vieja casa se aparecía el Diablo cada noche para danzar con la vieja bruja y un grupo de acólitos que acudían a menudo tras las campanadas de medianoche. 
Nunca nadie veía a la vieja bruja salir por el día, nadie le llevaba agua (no había azacán que se atreviera) y jamás alguien había coincidido con ella en mercado alguno. Los vecinos susurraban su nombre mientras comentaban con temor los golpes y alaridos que parecían provenir de las profundidades de la casa maldita. Sabían que algo terrible allí ocurría. 
Una negra y fría noche, cerca de las dos de la madrugada, cuando el último de los oscuros invitados salía de la casa y se hubieron cerrado todos los cerrojos de la pueta, dejando a la vieja bruja en el interior, de repente una llamarada inmensa apareció de la nada envolviendo en fuego todo el edificio. Nadie sabe cómo pudo ocurrir. 
Los vecinos, aterrados por el incendio acudieron portando baldes con agua temiendo que se extendiera por todo el barrio, pero atónitos quedaron cuando las llamas sólo devoraron rápidamente la casa de la bruja, sin saltar a las casas vecinas, escuchando los terribles alaridos y maldiciones que ésta pronunciaba desde el interior, mientras el fuego consumía todo rápidamente, incluyendo a la Bruja. 
El incendio se extinguió sólo en poco tiempo, sin intervención de ningún vecino que seguían mirando atónitos frente a la puerta. En pocos minutos sólo quedó en pie la fachada de la casa, con las dos columnas. Todo el interior quedó arrasado por el fuego. Tan sólo alguien observó una diferencia: ahora en las columnas habían aparecido esculpidas dos lamparillas, que ahí siguen. 
Tras hacerse cargo el vecindario del solar, pues nadie lo reclamó, fue vendido, y con los años, al limpiar todo, descubrieron de nuevo el acceso a la cueva que había tras la casa del Duende y en parte bajo todo el barrio. 

(Tres culturas)

El Quijote en latín macarrónico

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Latín macarrónico (en latín Latinitas culinaria) es una locución que se utiliza para referirse a textos que están en un latín muy poco académico desde el punto de vista gramatical, ortográfico, etc., o en un latín con un vocabulario de origen moderno latinizado. En general, se utiliza por ignorancia o con finalidad humorística.
Veamos como comienza El Quijote en ese peculiar lenguaje según Ignacio Calvo:

"In uno lugare manchego, pro cujus nómine non volo calentare cascos, vivebat facit paucum tempus, quidam fidalgus de his qui habent lanzam in astillerum, adargam antiquam, rocinum flacum et perrum galgum, qui currebat sicut ánima quae llevatur a diábolo. Manducatoria sua consistebat in unam ollam cum pizca más ex vaca quam ex carnero, et in unum ágilis-mógilis qui llamabatur salpiconem, qui erat cena ordinaria, exceptis diebus de viernes quae cambiabatur in lentéjibus et diebus dominguis in quibus talis homo chupabatur unum palominum. In isto consumebat tertiam partem suae haciendae, et restum consumebatur in trajis decorosis sicut sayus velarte, calzae de velludo, pantufli et alia vestimenta que non veniut ad cassum.

Ignatium Calvum, Historia domini Quijoti Manchegui, I, cap. I.



Las endemoniadas de San Plácido

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El convento de San Plácido se encuentra a muy pocos metros de la plaza del Callao de Madrid. Miles de personas pasan frente a sus muros a diario, pero son muy pocos los que conocen la leyenda de misterio y demonios que se esconde de puertas para adentro. El halo de santidad que tiene ahora contrasta con el pasado diabólico que se le adjudicó en la corte de Felipe IV.
El convento fue en su día escenario de todo tipo de rituales exorcistas, debido a las continuas agresiones que las monjas sufrían por parte de seres infernales. Diferentes episodios de esta índole lograron que en aquella época se conociera a esas religiosas como las «endemoniadas» de San Plácido.
Todo comenzó cuando una joven novicia dio la voz de alarma al comenzar a realizar actos extraños, como dar voces y hacer gestos obscenos impropios de un religiosa. Fue el confesor fray Juan Francisco García Calderón, quien comenzó a preocuparse por la situación, el que determinó que la joven estaba poseída por el diablo. Por este motivo se le practicó un exorcismo de urgencia que no dio buenos resultados: no sólo no se pudo curar a esta hermana, si no que además otras veintiseis corrieron con la misma suerte.
El asunto llegó a extremos tan alarmantes que todas las moradoras de San Plácido, exceptuando a cuatro, cayeron bajo la influencia del Maligno. Los rumores llegaron pronto al Inquisidor General, don Diego de Arce de Reynoso, que abrió un largo proceso. Éste culminó en 1631 al dictarse prisión perpetua, ayunos y disciplinas para el confesor fray Juan Francisco García Calderón, que tras el tormento se autoinculpó de haber cometido actos pecaminosos con las monjas. Por su parte, la priora fue desterrada, mientras que la comunidad con el resto de las monjas fue repartida para evitar que los hechos se reprodujeran en un futuro.

(ABC)

Article 1

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Medina Azahara, la fastuosa y misteriosa ciudad que Abd-al Rahman III mandó construir a los pies de Sierra Morena, a ocho kilómetros de Córdoba capital, encierra, incluso en su nombre, historias legendarias. La tradición popular afirma que, auto-proclamado Abd al-Rahman III califa en el 929 d.C., y tras ocho años de reinado, decidió edificar una ciudad palatina en honor a su favorita, Azahara. Sin embargo, recientes estudios aportan fuertes evidencias de la causa que impulsó al califa a fundar Medina Azahara. Una renovada imagen del recién creado Califato Independiente de Occidente, fuerte y poderoso, uno de los mayores reinos medievales de Europa, se acepta como el origen más probable de la nueva Medina. 
Se dispone la ciudad en tres terrazas rodeadas por una muralla, situado el Alcázar real en la más superior y la intermedia. La zona más baja se reservó para viviendas y la mezquita, edificada extramuros. Las fuentes históricas apuntan a la participación de unas diez mil personas que trabajaban diariamente en su construcción. Abd al-Rahman no escatimó en materiales para lograr el efecto buscado: la insignia del poderoso reino que gobernaba. Ricos mármoles violáceos y rojos, oro y piedras preciosas, además del cuidado trabajo artesanal de los mejores canteros y las legendarias contribuciones bizatinas, ayudaron al encumbramiento del preciado proyecto. 
Parte del alcázar tenía carácter público y era donde se sucedían las visitas oficiales. En la parte más alta se sitúa el Salón Alto, dispuesto en cinco naves con arcadas. Más abajo se encuentra el Salón Rico. La estancia se divide en tres naves con arcos de mármol rojo y azulado, siendo las laterales ciegas y abierta la central. La decoración de ataurique (motivos vegetales labrados) y la riqueza e los materiales han configurado el nombre del engalanado recinto, completado con baños y abierto al Jardín Alto, de gran hermosura. Se desarrolla este jardín en cuatro zonas, quedando el punto de intersección ocupado por un pabellón y cuatro albercas. Una de éstas, la enfrentada al Salón Rico ha pasado a la leyenda por cobijar en su interior mercurio y bañar el grandioso recinto con destellos de mil colores. Un complejo de calles en rampa empinada nos conducen al gran pórtico oriental, por donde accedían las grandes embajadas que recibía el califa. Delante del mismo se abría una gran plaza en la que se concentraban las tropas y el personal de las ceremonias protocolarias. A extramuros de la medina se emplazó lamezquita, levantada en poco más de un mes. 
Este solemne recinto sufrió grandes destrozos a través de las sucesivas guerras que asolaron al-Andalus a principios del siglo XI, transformando en ruinas Madinat al-Zahra. El esfuerzo por crear una ciudad ideal tan sólo duró setenta años, efímera vida para la que fuera "favorita" del primer califa.

La sardana

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El baile nacional de Cataluña es más difícil de lo que aparenta.
Su ejecución depende de que se cuenten con precisión los complicados saltos de que consta, lo que explica la seriedad de sus danzantes.
La música la pone la cobla, una banda de once personas integrada por un director que toca una flauta de tres agujeros (flabiol) y un tamborcillo (tabal), cinco intérpretes de viento y otros cinco de metal. Cuando empieza la música los bailarines juntan las manos y forman circuios.
La sardana se baila en casi todas las fiestas locales y en los aplecs, celebraciones especiales que duran un día entero.

Una barbería con historia - Madrid

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El 2 de enero de 1900, Eladio Gurumeta inaugura en el número 15 de la calle Cuchilleros su peluquería-barbería, emplazada anteriormente en la Plaza Mayor. En aquella poca, un corte de pelo rondaba los cincuenta céntimos y los peluqueros trabajaban con el sistema de igualas. Una familia pagaba treinta pesetas al año y por este dinero los varones de la familia tenían derecho a arreglarse el pelo cada quince días y un afeitado a la semana.

Gurumeta, al retirarse, vendió la peluquería a su empleado Femando CoelIo. cuyo hijo, Guillermo siguió con el negocio hasta traspasarlo a sus empleados Rafael López y Alfonso Sanchidrián, actuales propietarios.

Atarazanas - Museo Marítimo

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Nao capitana de don Juan de Austria
Los grandes galeones que hicieron de Barcelona una gran potencia naval se instruyeron en las Drassanes (astilleros), sede hoy del Museo marítimo. Estos diques secos, los mayores y más ompletos de su género que se conservan en el mundo, se erigieron a mediados del siglo XIII, cuando los matrimonios dinásticos que unieron los reinos de Sicilia y Aragón hicieron prioritaria la mejora de las comunicaciones por mar entre ambos. Se conservan tres de las cuatro torres angulares primitivas de los astilleros.
Uno de los barcos que salieron de las abovedadas factorías de las Drassanes fue la Real, nave capitaneada por don Juán de Austria, hijo ilegítimo de Carlos V que llevó a la flota cristiana a la victoria de Lepanto en 1571; la joya del museo es una reproducción de esta nave realizada a tamaño natural y decorada en rojo y oro.

El Llibre del Consulat de Mar, un libro sobre códigos y usanzas náuticas, recuerda que Cataluña arbitró en su día, como potencia marítima que era, las leyes del mar en el Mediterráneo. La pericia de sus marinos se pone de relieve también en la colección de cartas y mapas precolombinos, entre  ellos uno de 1439 usado por Americo Vespucci. 

Baile de San Roque - Calamocha

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Las fiestas patronales de la localidad de Calamocha se celebran en honor de la Asunción de la Virgen y San Roque, entre los días 14 y 17 de agosto. Se tratan de unos tradicionales festejos en los que se mezclan las reuniones de amigos en las peñas, las celebraciones religiosas con su posterior vermut, las comidas populares, las corridas de toros, los encierros con vaquillas, los pasacalles y charangas, junto con las interminables verbenas hasta altas horas de la madrugada. En estos días se mezclan los actos programados por el Ayuntamiento de Calamocha, con otros privados y de carácter asociativo organizados por la Peña la Unión y el Casino. La Peña la Unión ha sido desde el año 1968 la principal asociación de los jóvenes de la localidad. El Casino, destinado a un público más adulto, fue fundado en 1955.
El acto festivo más original de Calamocha es el baile de San Roque, declarado Fiesta de Interés Turístico de Aragón. Tiene su origen en el año 1885, cuando la localidad sufrió una epidemia de cólera y le ofreció al santo un baile por su protección, donde se incluyen comentarios y ruegos en forma de poemas llamados “dichos”. Siguiendo la tradición, desde ese año los calamochinos repiten cada año su emocionante y particular homenaje al glorioso Patrón San Roque. Tres veces se baila al patrón: el 16 de agosto, día de su fiesta, el 17, día de "San Roquico" y al domingo siguiente, cuando se devuelve la imagen a su ermita. 
Los aproximadamente trescientos bailadores vestidos de blanco con la faja azul, en la mayoría de los casos, se colocan en dos filas, de mayor a menor antigüedad en el baile, delante de la imagen en la procesión. Cada cual tiene su sitio en la fila en función de los años de experiencia danzando. El baile, acompasado con una música de raíz popular, suele durar aproximadamente unas tres horas. 
En la zona son también destacables diferentes dances del baile de San Roque en otras dos localidades de la Comarca: Ferreruela de Huerva y Cutanda. 

El Corri-Corri - Cabrales

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El Corri-Corri, muy típico de la zona de Cabrales, lo bailan un hombre, «el bailín», y varias mujeres que, con un ramo de laurel en la mano, se entrecruzan en escaramuzas huyendo del hombre, el cual las acosa constantemente con sus zalemas. Se baila acompañado de canciones al son de tambor y pandereta, y es de los más antiguos asturianos, tanto que se le han querido encontrar ciertas analogías con la Danza de Cogul, que, indudablemente, acusa en el número tan elevado de mujeres para un solo hombre.

Cola de Caballo - Parque de Ordesa

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El Valle de Ordesa está ubicado en el Pirineo central de Huesca, comarca del Sobrarbe, Aragón (España). Está catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Este valle originó la creación del Parque nacional de Ordesa el 16 de agosto de 1918. Años más tarde, en 1982, sería ampliado para crear el Parque nacional de Ordesa y Monte Perdido incluyendo el macizo de Monte Perdido, el Cañón de Añisclo, las Gargantas de Escuaín y la cabecera del Valle de Pineta.
En sentido amplio, el Valle de Ordesa comprende una amplia zona de pequeños valles y barrancos, altiplanicies y picos (muchos de más de 3000 m de altura), cuyos límites serían al norte la cresta Monte Perdido-Mondarruego, que sirve de frontera con Francia en gran parte, al sur la cresta Sierra Custodia-Acuta y al oeste la confluencia con la cabecera del Valle del Ara o valle de Bujaruelo. Todo este conjunto conforma una cuenca fluvial, que a través de valles secundarios y cascadas, desemboca en el Valle de Ordesa propiamente dicho, por cuyo fondo discurre el río Arazas.
En las zonas altas destaca una parte de la cresta Norte, desde el Monte Perdido (3355 m) hasta los Gabietos (3034 m), toda una sucesión de picos de más de 3000 m y en la que se abre una impresionante grieta, la «Brecha de Rolando», paso «natural» entre Francia y España y que según la leyenda fue abierta por un golpe de la espada de Rolando.Un poco al sur de la brecha se encuentra la Gruta de Casteret, cuyo interior está en gran parte helado, con columnas y cascadas de hielo. Actualmente está cerrada al público, y para entrar se necesita permiso del parque.
La vertiente Norte va descendiendo en una sucesión de circos y valles glaciares, con cascadas impresionantes, entre las que destaca el Circo y cascada de Cotatuero, en cuya travesía se encuentran las famosas «clavijas de Cotatuero», unas simples barras metálicas clavadas en una pared vertical de paso obligado y no aptas para personas que sufran de vértigo.. .
El Valle de Ordesa propiamente dicho es un espectacular valle glaciar, con una marcada forma de «U», situado al Suroeste del Macizo del Monte Perdido, por cuyo fondo el río Arazas va descendiendo en una sucesión de bellas cascadas. Desde la que inicia el valle, en el Circo de Soaso, conocida como la «Cola de Caballo», y que se abre en un abanico blanco que se desliza roca abajo, pasando por las Gradas de Soaso, una sucesión de múltiples cascadas escalonadas, hasta las cascadas del Estrecho y la Cueva, enormes saltos de agua que han labrado toboganes zigzagueantes en la roca caliza.
En las paredes verticales del valle, producidas por la diferente dureza de las capas rocosas puestas al descubierto por la acción del antiguo glaciar, se abren varias «fajas», pequeñas cornisas horizontales que permiten recorrer el valle en altura por vertiginosas y estrechas sendas. De ellas destacan la Senda de Cazadores, que llega a tener 600 m de desnivel respecto al fondo y que permite recorrer a vista de pájaro prácticamente todo el valle por su vertiente sur, y la Faja de las Flores, más alta y vertiginosa en la vertiente norte.

Las corridas Goyescas de Ronda

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La corrida goyesca (de Ronda o de cualquier otra ciudad) está compuesta por matadores de toros banderilleros y picadores, todos ellos vestidos con trajes goyescos, una vestimenta surgida en el Madrid del siglo XVIII y utilizada hasta el siglo XIX por su burguesía para, posteriormente, extenderse su uso al resto de España.
La primera corrida goyesca de Ronda se celebró en el año 1954 durante el II Centenario del nacimiento del torero Pedro Romero y por influjo de Cayetano Ordóñez en la plaza de toros de Ronda, propiedad de la Real Maestranza de Caballería de Ronda.
La segunda corrida goyesca hubo de esperar a 1957. Será la primera edición en la que participe el hijo de Cayetano, Antonio Ordóñez. Este matador se convertirá en el auténtico centro de las goyescas y en su empresario. Gracias a su labor durante todos estos años, las goyescas son una fiesta destacada del calendario taurino, ejemplo de la tauromaquia de nuestros días, y un acontecimiento social y cultural que trasciende a la propia ciudad de Ronda.
Actualmente, se celebran durante los primeros días de septiembre enmarcadas en la Feria de Pedro Romero junto a una novillada sin picadores y otra de rejones, así como el Concurso Exhibición de Enganches de Ronda Francisco Rivera Ordóñez desempeña la labor de empresario para esta tercera etapa.

Danza de las Italianas - Garganta la Olla

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Durante esta festividad, 8 mujeres solteras, recorren la localidad tocando las castañuelas durante dos días. Zapatillas, medias, enaguas y camisa, todo en blanco inmaculado forman la base del atuendo de las vecinales bailarinas. El color lo ponen una cinta rizado en el moño, las bandas que cruzan pecho y espalda y las vistosas faldas bordadas conocidas como guardapies de serrana. En el cinturón, llamado peto, llevan la inicial de la italiana en la parte central.
A pesar de este nombre, La Danza de las Italianas nada que ver con Italia, aunque algunas investigaciones la relacionaron con bailes cretenses, que habrían sido importados por soldados garganteños que hubieran estado en la isla de Creta. Etimológicamente deriva de la primitiva danza de las gitanas ó gitalianas, aunque se acabó perdiendo la primera letra.
La virginidad y pureza son los valores que se exaltan en esta danza, es como su nombre indica, típicamente femenino y de los más antiguos que se escenifican en España.
Fue en el año 1556 cuando se fundó la cofradía de la Virgen del Rosario. En documentos fechados en esa época, se hablaba ya de la hermosura de una danza bailada por jovencitas. Actualmente es la cofradía de la Virgen de la Visitación la que se encarga de organizar el baile. Los miembros de esta cofradía, se denominan mayordomos y cada año se preocupan de buscar ocho jóvenes solteras para enseñarlas este ancestral baile.
La representación de esta danza, no ha sufrido interrupciones en los últimos cinco siglos. Cuando el Rey Felipe III firmó en Valencia la Pragmática Ley 1603/5 de mayo, mediante la cual prohibía la representación de danzas en todo el territorio español, se exceptuaba de forma explícita la de las Italianas, por considerarla de índole religiosa.
Las bailarinas actúan tres veces durante las fiestas de la Visitación de la Virgen a su prima Santa Isabel el 1 y el 2 de julio y cada vez van con trajes distintos.
La noche de la víspera visten un refajo bordado de colores, una pañoleta y camisa blanca.
El día 2 después del toque de diana o alborada, van danzando por todo el pueblo, sustituyendo el refajo por una falda de vuelo plisada de color azul. Después de la misa y durante la procesión no paran de bailar, eso sí, no dando nunca la espalda a la Virgen y ataviadas con un traje todo blanco, enaguas, pañuelo al hombro y un ramillete de flores blancas como símbolo de su virginidad. A partir de entonces, es cuando pueden degustar las exquisitas roscas de Santa Isabel, hechas por las mujeres del pueblo.
Durante las fiestas hay orquestas, puestos ambulantes, y el rejoneo de toros al estilo verato.

La revuelta de los Irmandiños

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La revuelta de los Irmandiños, fue una rebelión popular que tuvo lugar en Galicia entre 1467 y 1469.
Durante el siglo XV, los nobles gallegos sometían a la población a una serie de desmanes, tales como robos, violaciones y cobro de impuestos desorbitados a su antojo. Tenían a la gente atemorizada, hasta el punto de que los campesinos no osaban salir de casa y tenían que dormir en las iglesias por seguridad. Los señores desde sus fortalezas organizaban los robos y saqueos de bienes y cosechas, a la vez que despojaban a la Iglesia de tierras y tesoros.
Desde 1230, Galicia era un territorio dependiente del reino de Castilla. En 1464, el rey Enrique IV de Castilla se vio obligado por la nobleza a desposeer a su hija Juana la Beltraneja del título de Princesa de Asturias y nombrar heredero en su lugar a su hermanastro Alfonso. Un año después los mismos nobles derrocaron a Enrique IV y proclamaron rey de Castilla a Alfonso, provocando el estallido de una guerra entre los partidarios de uno y otro. Los nobles se decantaron por el bando de Alfonso, mientras que el pueblo y los poderes eclesiásticos permanecieron fieles al rey legítimo, Enrique IV.
Las clases populares solicitaron permiso al rey para organizarse en una hermandad, con el fin de acabar con las fechorías de los nobles y así, en 1467, Enrique IV aprobó la Hermandad del Reino de Galicia. Lo que en principio estaba pensado para restablecer el orden y proteger sus intereses, pronto se convirtió en una revuelta en toda regla. Se sumaron a esta justicia del pueblo tanto campesinos como gente de ciudad, hidalgos, caballeros y algunos clérigos.
La ira de los irmandiños los llevó a derribar cuantos castillos y torres hubiera en Galicia, según las crónicas fueron destruidos 130 castillos y fortalezas. La pretensión de los irmandiños era romper la relación de vasallaje, no pagar las rentas del señor y aprovechar el vacío de poder generado por la guerra civil en Castilla para levantar un nuevo poder.
Los irmandiños formaron ejércitos de milicianos de ámbito regional uniendo localidades y comarcas, que se juntaban para acometer asedios o batallas grandes. Hay pruebas de que la movilización fue general en las ciudades y en el campo. Todo el mundo tenía armas en las casas y experiencia militar; es erróneo creer que los irmandiños se enfrentaban a sus enemigos caballeros con útiles agrícolas: hoces, guadañas, azadas. La infantería y la caballería de las milicias irmandiñas usaban las mismas defensas personales que los ejércitos señoriales: lanzas, escudos, espadas, dagas, caballos y flechas, cascos, cotas de malla y algunas armaduras caballerescas. En las villas había maestros armeros que las hacían o bien se importaban armas blancas por mar. Los jefes militares irmandiños eran en su mayoría caballeros pero también había algún labrador, burgués o letrado. Sus ejércitos no tenían el mismo grado de jerarquía que los señoriales. Todos los capitanes irmandiños estaban subordinados a la ‘junta del reino’.
La nobleza se vio obligada a huir a Portugal o a Castilla, pero el fin de la guerra civil castellana animó a los nobles de ambos bandos a intentar acabar con la hermandad popular. En la primavera de 1469 tres ejércitos señoriales entran en Galicia: Pedro Madruga desde Portugal, el arzobispo Fonseca y Juan Pimental desde Salamanca, y el conde de Lemos desde Ponferrada. Después de varias batallas vencieron a los irmandiños y mataron a sus líderes.
No hubo represalias contra los vasallos que osaron rebelarse contra sus señores, hubiera sido prácticamente imposible, dado el carácter masivo de la revuelta.
Aunque finalmente fueron vencidos, los irmandiños consiguieron que hubiese justicia en su reino entre 1467 y 1469.

(Paseando por la Historia)

Orfebrería popular española

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Por lo que a España se refiere, las joyas populares nos hablan muchas veces de antecedentes e influencias que se remontan con frecuencia a tiempos prehistóricos y de la Edad del Hierro. Tienen, por ejemplo, las piezas de oro y plata con filigrana de abultados repujados de León y Salamanca indudable parentesco con la técnica de los tesoros de La Aliseda y de El Carambolo, o con las diademas torques celtibéricos del oeste de la Península; toda la orfebrería cordobesa de filigrana calada de cadenillas recuerda la de la diadema de Javea, de indudable origen hispano aunque con clara influencia de las técnicas del Mediterráneo oriental; los pendientes de las mujeres catalanas y aragonesas presentan sus piedras en cabujones al modo de la orfebrería visigoda y asturiana, como son las coronas de Guarrazar o las cruces de Alfonso III y de los Ángeles de Oviedo, etc.
Resumiendo, podemos decir que los repujados de los «sapos» y «galápagos» de las mujeres gallegas, navarras y aragonesas; las cuentas de collar, medallones y botones con repujados o bolitas superpuestas, o los «canutillos» y «garretes» de filigrana o con releves de los collares salmantinos, maragatos y extremeños; los cordoncillos de filigrana de las joyas cordobesas; los repujados de los collares y «emprendáis» ibicencos; los damasquinados, nielados e incrustados de las joyas toledanas; las técnicas en que están labradas tantas cruces y medallas, tantos relicarios y amuletos, son las mismas de las de las joyas que hicieron y usaron nuestros antepasados los tartessos, los iberos y los celtas. Podemos afirmar que la orfebrería popular hispana es, sin duda, de lo más tradicional y autóctono.

 

Pirámides de Güimar - Tenerife

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Los arqueólogos y las autoridades se mofaron abiertamente cuando vieron publicado en un periódico local un artículo en el que se informaba del descubrimiento de unas misteriosas pirámides escalonadas en la isla de Tenerife. Unas simples terrazas para el cultivo agrícola, dijeron, como tantas otras existentes en toda Canarias.
Pero el etnógrafo noruego Thor Heyerdahl no compartía esa opinión. Este científico, que había realizado una extensa investigación en las pirámides de Túcume (Perú), quedó intrigado por las fotografías del lugar y al visitar el Valle de Güímar comprobó por sí mismo que no se trataba ni de terrazas ni de piedras apiladas aleatoriamente derrumbadas por los españoles, como alguno intentó explicarle restándole importancia. Eran pirámides escalonadas construidas ex professo, siguiendo los principios similares a las de México, Perú y la antigua Mesopotamia. El Parque Etnográfico de las Pirámides de Güímar le ofrece la posibilidad de visitar estas extrañas e interesantes estructuras y le presenta las teorías sobre la posible extensión de las antiguas civilizaciones.
Además de estas seis pirámides escalonadas, el parque etnográfico acoge también el Museo Casa Chacona, donde verá una réplica a escala natural de la embarcación de Heyerdahl, unas máscaras indígenas y figuras de cerámica.

(Spain Tenerife)

La trashumancia

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Trashumancia en España es el traslado o 'paso' del ganado por sus pastores desde las dehesas de verano a las de invierno, y viceversa. Provocada por las fuertes diferencias estacionales de la península ibérica, la trashumancia ha tejido un extenso sistema de comunicaciones de vías pecuarias que al inicio del siglo XXI todavía subsiste a lo largo de 125.000 kilómetros y más de 400.000 hectáreas, entre cañadas, cordeles, veredas y coladas.

Orígenes de la trashumancia en la Península
Las zonas meridionales de la Península Ibérica, en especial lo que luego sería Extremadura, fueron desde el inicio de la historia destino de los ganados trashumantes que huían de los rigurosos inviernos en los montes leoneses y en las comarcas frías de Castilla y León. Los primeros pobladores de estas tierras fueron pueblos celtas de pastores como los lusitanos y los vetones.


En la Hispania romana
Con la romanización de la Península Ibérica, se impuso el concepto de propiedad del terreno de los colonizadores. En aquel periodo ya existía una ruta de trashumancia en el oeste peninsular, que marcada por una calzada se convirtió en la Vía de la Plata. Reflejo de su importancia estatal puede considerarse el hecho de que figure el nombre del emperador Augusto en las dos ciudades a cada extremo de la calzada: Augusta Emerita (Mérida) y Asturica Augusta (Astorga).


Apogeo de la trashumancia
Durante la Edad Media, la ganadería fue la actividad económica predominante. En zona de guerra la agricultura es difícil que prospere, mientras que los ganados se pueden sacar del área en conflicto con mayor facilidad. Por su importancia económica, el rey Alfonso X el Sabio creó en 1273"El Honrado Concejo de la Mesta", donde se fijan los privilegios e intereses de los ganaderos sobre los agricultores. Privilegio que a la larga produciría los consiguientes trastornos ecológicos y una visceral antipatía entre ambos sectores de la economía española.


Eje difusor de la cultura pastoril
El paso y permanencia temporal de pastores sirvió de eje difusor de la "cultura pastoril" en España, produciendo una síntesis con la mezcla de distintos modos de vida y conocimientos durante unos meses.
Se establece así una cultura con rasgos comunes entre diferentes áreas que quedará reflejada en distintas manifestaciones: culinarias (calderetas, migas), artesanales (decoración en utensilios y enseres), arquitectónicas (apriscos, chozos, corrales), musicales (en coplas y cantares), además de las específicas en el manejo de animales.
La influencia cultural de la trashumancia trasciende a todos los niveles de la sociedad, ejemplo de ello es el palacio de los Ríos y Salcedo en la ciudad castellana de Soria, mandado construir en 1549 por Alfonso de Ríos y Salcedo, noble cuya actividad económica principal fue la ganadería trashumante. El estilo arquitectónico de este edificio está claramente influenciado por los palacios renacentistas cacereños, destino invernal de sus rebaños trashumantes.


Decadencia
Terminada la Reconquista, la sociedad sedentaria se hizo fuerte y la trashumancia fue perdiendo empuje. Su importancia económica fue disminuyendo frente a la agricultura. La Mesta, símbolo de la edad dorada de la trashumancia, fue abolida en 1836.
A partir de mediados del siglo XIX con la introducción en España del ferrocarril, la trashumancia se realizó en trenes de mercancía, perdiendo de modo drástico todo el valor cultural y su perfil romántico. Más tarde, el tren fue sustituido a su vez por el transporte por carretera en camiones ganaderos. A pesar de ello, todavía en los años 1950, un importante sector de la economía ovina, en especial el de merinos continuaba realizándose a pie.
Como en todo capítulo de peso histórico, la trashumancia, a medida que desaparece como fenómeno ganadero y económico, despierta el creciente estudio por etnógrafos en el campo de la etnología. Las localidades de Malpartida de Cáceres (Cáceres), Oncala (Soria) y Guadalaviar (Teruel) han creado museos dedicados a la trashumancia.
En el inicio del siglo XXI, el extenso sistema de comunicaciones de 125.000 km de cañadas ha sido reciclado en rutas de senderismo, y eventualmente usado todavía por los últimos pastores trashumantes.

Baile del Pandero - Somiedo

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El Baile del Pandero es propio de los Vaqueiros de alzada, habitantes de las brañas de Somiedo. Se colocan en hilera, frente a frente, hombres y mujeres provistos de castañuelas de muy diversos tamaños; acompañan a la danza canciones al son de la pandereta, y los movimientos del baile son sencillos, limitándose al cruzado alternativo de pies en cada parte del compás, y deteniendo la danza mientras suena la copla, con sólo un movimiento rítmico hacia ambos lados y dando una vuelta al final para volver otra vez a empezar.
Hay otros muchos bailes muy populares en la región asturiana, como son la Giraldilla, el Perindongo, el Saltón, el Careado, el Baile de la raposa, el Baile de los pollos, etc., que se bailan unas veces en corro, otras en filas paralelas, alguno, como el Saltón, bastante movido, y todos uniformes en cuanto a su ritmo, que suele ser de 6 por 8.
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