Corrían los primeros años del siglo XII y las coronas de Aragón y de Castilla andaban en litigio. Ambos ejércitos decidieron encontrarse en Barahona. Alfonso I “El Batallador” comandaba las huestes aragonesas, mientras que Urraca hacía lo propio con las castellanas. Los hermanos de María Villanañe guerreaban de parte de Urraca. No teniendo con quien dejarla, llevaban a María con ellos.
Intrépida y decidida, se viste con armadura, pasando por bravo combatiente, acude a la batalla. En el transcurso de la refriega las tropas se dispersan y María queda sola. Ya atardecía y no era buena la visibilidad, pero distinguió la silueta de un guerrero aragonés. El encuentro entre ambos provoca el enfrentamiento. El soldado era bravo, pero María lejos de doblegarse y aún a pesar de haberse quebrado su espada, logró derrotar a su adversario y hacerle prisionero.
Cara descubierta la sorpresa fue mutua. Para el bravo guerrero, por ser derrotado por una mujer, para María por haber hecho prisionero al mismo rey de Aragón Alfonso I. Fue el propio Alfonso en un acto de humildad, quien reconoció que había luchado como un varón, y con el apelativo se quedó: La Varona
Intrépida y decidida, se viste con armadura, pasando por bravo combatiente, acude a la batalla. En el transcurso de la refriega las tropas se dispersan y María queda sola. Ya atardecía y no era buena la visibilidad, pero distinguió la silueta de un guerrero aragonés. El encuentro entre ambos provoca el enfrentamiento. El soldado era bravo, pero María lejos de doblegarse y aún a pesar de haberse quebrado su espada, logró derrotar a su adversario y hacerle prisionero.
Cara descubierta la sorpresa fue mutua. Para el bravo guerrero, por ser derrotado por una mujer, para María por haber hecho prisionero al mismo rey de Aragón Alfonso I. Fue el propio Alfonso en un acto de humildad, quien reconoció que había luchado como un varón, y con el apelativo se quedó: La Varona