La PLAZA DEL CONVENTO aparece como un primer espacio exterior al casco antiguo que se consolida ante la fachada de la iglesia de los franciscanos cuando, en 1661, el Arzobispo D. Mateo Segada Bugueiro funda, en su pueblo natal, la Obra Pía de San Antonio y manda construir para albergarla un magnífico edificio. Este, que muy probablemente fue proyectado por Domingo de Andrade, ocupó el extremo norte de la calle del Camino —actual calle Nueva—, es decir, en situación muy próxima a la de la casa franciscana.
Tres siglos mas tarde, cuando ambas construcciones, escuela y convento, han cesado en sus antiguos usos, pasan a desempeñar nuevos destinos y se constituyen en las actuales casa consistorial e iglesia parroquial. A la vez, utilizando como fondo sus fachadas barrocas, se comienza a consolidar una modesta plaza que adquiere carácter representativo con las nuevas funciones asumidas por estos edificios y se anima con una discreta actividad comercial. No obstante, las proporciones de su perímetro trapezoidal son harto modestas e, incluso, el desarrollo de la más reciente manzana de la calle del Convento impide, con su excesivo avance, que el volumen destacado de la que fue capilla de la Obra Pía pueda incorporarse plenamente. En compensación, el cuerpo y torre de la iglesia de San Francisco constituye un adecuado contrapunto y se proyectan como foco de atracción principal de la plaza, cuyo contorno arquitectónico queda definido por el contraste entre la categoría y calidad de estos dos edificios y los modestos patrones que son habituales en la región. El espacio central, donde modernamente se celebraron los mercados semanales hasta la construcción de un edificio destinado a este fin, cuenta con una sencilla fuente y bancos de granito adosados a ella; el pavimento es reciente y sigue los modos de hacer oficiales.
Por otra parte, en el cruce de los caminos principales se ha instituido un espacio de mercado y feria de buen tamaño que está en la línea de los feríales gallegos, amplio y bien arbolado.
(La plaza en la ciudad)
Tres siglos mas tarde, cuando ambas construcciones, escuela y convento, han cesado en sus antiguos usos, pasan a desempeñar nuevos destinos y se constituyen en las actuales casa consistorial e iglesia parroquial. A la vez, utilizando como fondo sus fachadas barrocas, se comienza a consolidar una modesta plaza que adquiere carácter representativo con las nuevas funciones asumidas por estos edificios y se anima con una discreta actividad comercial. No obstante, las proporciones de su perímetro trapezoidal son harto modestas e, incluso, el desarrollo de la más reciente manzana de la calle del Convento impide, con su excesivo avance, que el volumen destacado de la que fue capilla de la Obra Pía pueda incorporarse plenamente. En compensación, el cuerpo y torre de la iglesia de San Francisco constituye un adecuado contrapunto y se proyectan como foco de atracción principal de la plaza, cuyo contorno arquitectónico queda definido por el contraste entre la categoría y calidad de estos dos edificios y los modestos patrones que son habituales en la región. El espacio central, donde modernamente se celebraron los mercados semanales hasta la construcción de un edificio destinado a este fin, cuenta con una sencilla fuente y bancos de granito adosados a ella; el pavimento es reciente y sigue los modos de hacer oficiales.
Por otra parte, en el cruce de los caminos principales se ha instituido un espacio de mercado y feria de buen tamaño que está en la línea de los feríales gallegos, amplio y bien arbolado.
(La plaza en la ciudad)